"Un trozo de papel no te hace humano": así es crecer con padres indocumentados en EE.UU.
Por Jennifer Hauser, CNN
?La casa del padre de Kimberly en México era una estructura muy pequeña, con aspecto de tienda de campaña, cuenta ella. Él pasó la mayor parte de su juventud trabajando y nunca estudió la preparatoria. Su madre también vivía en la pobreza. Sabían que querían formar una familia, pero después de su propia experiencia, sintieron que México no les daría a sus hijos el futuro que merecían.
Así que hace 22 años, cuando su madre estaba embarazada de su hermana mayor, la pareja emprendió un largo y agotador viaje para atravesar la frontera a Estados Unidos. Nacida en Estados Unidos, Kimberly, quien pidió mantener su anonimato, y sus dos hermanas ahora son ciudadanas estadounidenses con estudios. Sus padres siguen indocumentados; durante más de dos décadas, han vivido de forma discreta, trabajando en los empleos mal pagados que sustentan a Estados Unidos: como limpiadores, cuidadores infantiles y en el rubro de la construcción.
Pero aunque Kimberly dijo que sus padres están a salvo por ahora, le preocupa que eso pueda cambiar en cualquier momento. Expresó que la vida se siente “irreal” y “como una pesadilla” desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comenzó a tomar medidas enérgicas contra la inmigración ilegal y ordenó deportaciones masivas desde que asumió el cargo en enero, lo que reavivó su miedo de toda la vida a perder a sus padres.
“Ahora que veo cómo Trump está manejando todo esto, creo que tal vez no esté bien”, dijo a CNN.
“Lo que veo ahora es que estamos perdiendo la humanidad. Nadie piensa ni te percibe como persona. Solo te perciben como una cosa”, dijo. “Puede que mis padres no tengan papeles ni la documentación legal para vivir aquí, pero también son humanos… un papel no te hace humano”, agregó.
Kimberly explicó que durante toda su vida, ella y sus hermanas a menudo imaginaban a agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) llamando a las puertas y sacando a las familias.
“Recuerdo que cuando era niña iba en el auto y siempre miraba hacia atrás para ver si había alguna patrulla de Policía, porque había veces que la gente era detenida y no sabían de dónde venían las patrullas de Policía”, dijo a CNN.
“Mi familia y yo siempre estábamos alerta para asegurarnos no solo de conducir con seguridad, sino también de lucir lo más normales posible”, comentó.
De niña, notaba el nerviosismo de sus padres, aunque intentaban disimularlo. “Fue muy difícil ver cómo reaccionaron mis padres ante la situación, porque como padres, uno debe mostrarse fuerte y (proyectar) que todo va a salir bien para que sus hijos no estén ansiosos ni preocupados. Pero pude ver con mucha claridad todas las emociones de mis padres”, compartió.
Durante años, su familia intentó vivir en lugares con otros mexicanos para apoyarse mutuamente y integrarse. Sus padres trabajaban muchas horas y a menudo llegaban a casa tarde en la noche. Sus empleadores les dieron la documentación para declarar impuestos, y Kimberly enfatizó que sus padres siempre han contribuido a la economía estadounidense pagando impuestos, a pesar de su estatus inmigratorio.
Cuando las niñas tuvieron la edad suficiente para quedarse solas unas horas después de la escuela, su madre empezó a tener dos trabajos. “Pasábamos unas dos horas antes de que mi mamá llegara a casa, y entonces mi mamá preparaba la cena y se aseguraba de que estuviéramos bien antes de salir a su segundo turno. Durante ese tiempo, mis hermanas y yo hacíamos las tareas y estudiábamos”, dijo.
“Mi hermana menor tenía unos 4 o 5 años por aquel entonces, así que cuando preguntaba cuándo llegaban mis padres, no podía darle una respuesta concreta. Solo podía decirle que pronto volvería, y una hora después volvía a preguntar y no podía darle una respuesta concreta. Solo podía inventar juegos o intentar dormirla”, añadió.
Sus padres pensaron en intentar solicitar la green card, pero escucharon que podría llevar años obtener la documentación y que podrían ser deportados durante el proceso, un riesgo que no podían correr con tres hijas pequeñas.
Ahora, Kimberly dice que le preocupa que sus padres sean detenidos en una redada inmigratoria y enviados a un centro de detención, o incluso deportados, sin previo aviso. En esas circunstancias, le resultaría difícil comunicarse con ellos y asegurarse de que regresen sanos y salvos a México, afirma.
“Ahora, cuando veo lo que está pasando con el ICE, es exactamente como lo imaginaba de niña”, dijo Kimberly. “Mi mayor preocupación era que mis padres sintieran que todo lo que hicieron por nosotros fue en vano, cuando en realidad no lo fue, porque mis hermanas y yo tuvimos una excelente educación”, señaló.
Pero si eso sucediera, consideraría mudarse a México para estar con ellos, un cambio de actitud reticente después de haber vivido tanto del sueño americano que sus padres tenían para ella.
“De pequeña, hubo muchas veces en que mis padres pensaron en regresar a México. Y entonces mis hermanas menores y yo lo único que podíamos hacer era llorar y decirles a nuestros padres que no queríamos regresar”, recordó.
Ahora, estudiante universitaria, se prepara para hacer todo lo posible por cuidar de sus padres, pase lo que pase. “Estudio química y estoy a punto de comenzar mi experiencia clínica (…) así que espero que algún día pueda cuidar de mis padres como ellos me cuidaron a mí”, comentó.
“Estoy muy agradecida de haber podido obtener esa educación y desarrollar mis habilidades. Así que, incluso si alguna vez tenemos que regresar a México, sé que estaré preparada para cualquier cosa y sé cómo ascender. Aquí pude desarrollar mucha más confianza, así que espero que esa confianza me acompañe”, concluyó.
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