Por Hilary Whiteman, CNN

Una comida meticulosamente planificada y preparada en la casa de una presunta asesina es el centro de un juicio por triple homicidio que se acerca a su dramático final en Australia.

Durante ocho semanas, el público ha estado pendiente de las noticias diarias y los podcasts sobre un inusual caso en el que se alega que el hongo más tóxico del mundo fue utilizado para matar.

Un jurado decidirá pronto si Erin Patterson, una mujer de 50 años y madre de dos hijos, añadió deliberadamente setas venenosas —también llamada amanita phalloides— a un almuerzo de solomillo Wellington que preparó para los padres de su exmarido y sus tíos en julio de 2023.

Tres invitados murieron a los pocos días de la comida, mientras que un cuarto se recuperó tras pasar varias semanas en coma inducido. Patterson niega los tres cargos de homicidio y uno de intento de homicidio.

La fiscalía y la defensa coinciden en que había hongos venenosos en la comida.

La pregunta es: ¿cómo llegaron allí?

Durante ocho días de testimonio en la Corte de Magistrados de Latrobe Valley, Patterson reconoció que mintió repetidamente a la policía, se deshizo de un deshidratador utilizado para secar hongos y reinició su teléfono para borrar las imágenes de los hongos y el deshidratador de los dispositivos incautados por los investigadores.

Pero dijo que no tenía intención de matar.

Al explicar sus mentiras, Patterson dijo al jurado que tuvo una “estúpida reacción instintiva de profundizar más y seguir mintiendo”.

“Simplemente estaba asustada”, afirmó.

El abogado defensor Colin Mandy dijo que Patterson añadió accidentalmente setas silvestres a la comida, junto con otras que compró en una tienda asiática de Melbourne.

“Lo que ocurrió fue una tragedia y un terrible accidente”, afirmó.

En sus alegatos finales, Mandy dijo que el caso de la fiscalía se basaba en proposiciones “ridículas”, entre ellas que Patterson “tenía la intención de matar a estas cuatro personas, arruinando toda su vida en el proceso sin ningún motivo”.

La fiscalía no necesita demostrar un motivo. Pero sí necesita convencer al jurado de 12 miembros, más allá de toda duda razonable, de que Patterson tenía la intención de matar a las dos parejas de ancianos, incluidos los abuelos de sus hijos, y que deliberadamente eligió setas venenosas para hacerlo.

En la mañana del 29 de julio de 2023, el olor a ajo y cebollas salteadas probablemente inundaba la cocina de Patterson en la pequeña ciudad de Leongatha, en la zona rural de Victoria.

Estaba preparando una comida para dos parejas de ancianos: Don y Gail Patterson y Heather e Ian Wilkinson.

Don y Gail eran los padres de Simon, el esmarido de Erin. Heather e Ian eran tíos de Simon. Gail y Heather eran hermanas, e Ian era el pastor de su iglesia local.

Las dos parejas vivían cerca, en Korumburra, un pueblo rural de menos de 5.000 habitantes situado en las pintorescas colinas del sur de Victoria.

Erin había invitado a Simon a la comida, pero él había desistido la noche anterior. Le escribió en un mensaje de texto que se sentía “muy incómodo” para asistir.

Su relación se había vuelto cada vez más tensa por cuestiones económicas y la educación de los niños, y él vivía en otro lugar, según se supo en el juicio.

Erin dijo al jurado que se sintió “un poco dolida y estresada” por el mensaje de Simon, pero la comida se celebró al día siguiente según lo previsto. Patterson dijo que había empezado a sentirse excluida de las reuniones familiares y que quería esforzarse más.

Dijo que decidió cocinar solomillo Wellington porque recordaba que su madre preparaba ese plato para ocasiones especiales. Era la primera vez que Patterson cocinaba ese plato y quería que saliera bien.

A los ajos y las cebollas añadió champiñones comprados en la tienda que había picado en una batidora, antes de cocer la mezcla a fuego lento durante 45 minutos, según dijo.

La mezcla se utilizó para cubrir los filetes, que envolvió en hojaldre y horneó.

La fiscalía alega que preparó porciones envenenadas para sus invitados y reservó uno sin envenenar para ella. Patterson insiste en que solo preparó una tanda.

En el estrado, Ian Wilkinson, el único invitado al almuerzo que sobrevivió, declaró ante el tribunal que se había sorprendido, pero que aceptó la invitación de Patterson “muy contento”.

El hombre de 71 años dijo que su relación con Erin era “amigable”. Había sido invitado a su boda en 2007, pero la consideraba más una conocida que una amiga íntima.

Durante la pandemia de covid-19, Patterson le ayudó a retransmitir los servicios religiosos de su iglesia en YouTube y asistía a sus sermones de forma esporádica, según dijo.

“Parecía una persona común y corriente”, declaró ante el jurado.

Wilkinson dijo que no entendía muy bien por qué los habían invitado a comer, pero lo comprendió cuando terminaron de comer el solomillo Wellington, judías y puré.

“Erin anunció que tenía cáncer”, dijo Wilkinson al jurado. “Dijo que estaba muy preocupada porque creía que era muy grave, que ponía en peligro su vida”.

Wilkinson dijo que Patterson le pidió consejo sobre cómo decirles a sus hijos, en sus propias palabras, “la amenaza que se cernía sobre su vida”.

Wilkinson dijo que Don Patterson le aconsejó que fuera sincera, pero la conversación terminó al cabo de unos 10 minutos, cuando uno de los comensales se dio cuenta de que los niños estaban regresando. Wilkinson sugirió rezar una oración rápida.

“Recé una oración pidiendo la bendición de Dios para Erin, para que recibiera el tratamiento que necesitaba, para que los niños estuvieran bien y para que tuviera sabiduría a la hora de contárselo a los niños”, declaró.

Patterson nunca había sido diagnosticada de cáncer, según se escuchó en la corte.

La fiscal Nanette Rogers SC increpó a Patterson en el estrado: “Supongo que nunca pensó que tendría que dar cuenta de esta mentira sobre tener cáncer porque pensaba que los invitados al almuerzo morirían”.

“Eso no es cierto”, respondió Patterson.

Patterson dijo que no les dijo explícitamente a sus invitados que tenía cáncer, pero reconoció que les permitió creer que podía tener un problema médico grave porque estaba explorando la posibilidad de someterse a una cirugía por otro problema, uno que le daba demasiada vergüenza revelar.

Patterson dijo que siempre había sido muy consciente de su peso.

De niña, su madre la pesaba cada semana para asegurarse de que no engordara demasiado. “Nunca tuve una buena relación con la comida”, dijo.

Desde los 20 años, Patterson dijo que comía compulsivamente y luego vomitaba. En la época de la fatídica comida de julio de 2023, dijo que lo hacía dos o tres veces por semana, quizá más.

“¿Quién lo sabía?”, le preguntó su abogado defensor, Mandy, a Patterson. “Nadie”, respondió ella.

Patterson le dijo al jurado que había decidido hacer algo con respecto a su peso “de una vez por todas” y que había reservado una consulta para una posible cirugía de bypass gástrico en una clínica de Melbourne en septiembre. Las pruebas demostraron que se había concertado una cita.

“No quería decirle a nadie lo que iba a hacer”, declaró Patterson ante el tribunal. “Me daba mucha vergüenza, así que pensé que quizá si les hacía creer (a sus suegros) que tenía un problema grave que requería tratamiento, podrían ayudarme con los niños”, dijo.

En cambio, fueron sus invitados a almorzar los que necesitaron atención médica urgente.

Horas después de la comida del sábado, empezaron a sentirse mal y a la mañana siguiente fueron al hospital con vómitos y diarrea, según declaciones en el juicio.

El lunes por la mañana, sus estados habían empeorado y los médicos dispusieron los traslados al Austin Hospital, un centro más grande que ofrece atención especializada en el hígado.

Los hongos venenosos contienen toxinas que detienen la producción de proteínas en las células del hígado y estas comienzan a morir, lo que puede provocar insuficiencia hepática y la muerte.

Existen tratamientos, pero ninguno es 100 % eficaz, según el Dr. Stephen Warrillow, director de la unidad de cuidados intensivos de Austin Health.

“Una vez que el veneno de la amanita está dentro del cuerpo, por desgracia, el cuerpo tiende a reciclarlo internamente”, dijo Warrillow, que trató a los cuatro comensales.

Gail Patterson, de 70 años, y Heather Wilkinson, de 66, eran demasiado débiles para un trasplante de hígado y fallecieron el 4 de agosto por fallo multiorgánico, dijo. Don Patterson, de 70 años, recibió un trasplante, pero falleció el 5 de agosto.

Ian Wilkinson estuvo en coma inducido con soporte vital, pero respondió al tratamiento y finalmente fue dado de alta en septiembre.

“Pensamos que iba a morir”, dijo Warrillow. “Estuvo muy cerca”.

Patterson declaró ante el tribunal que comenzó a recolectar setas a principios de 2020, durante la pandemia de covid-19, cuando solía dar largos paseos con sus hijos por el campo.

Las setas venenosas conocidas como “hongos de la muerte”, originarias de Europa, llegaron a Australia por accidente, según explicó ante el tribunal el experto micólogo Tom May. Crecen cerca de los robles y solo permanecen en la superficie durante un par de semanas antes de descomponerse, añadió.

La mayoría de los avistamientos en Victoria se producen en abril y mayo, y algunas personas suben fotos de ellos al sitio web de ciencia ciudadana iNaturalist, añadió May.

Christine McKenzie, antigua especialista en información sobre venenos jubilada del Centro de Información sobre Venenos de Victoria, declaró ante el tribunal que vio setas venenosas en Loch, a unos 28 kilómetros (17 millas) de la casa de Patterson, y las subió a iNaturalist el 18 de abril de 2023.

Había salido a pasear con su marido, su nieto y su perro, y dijo que se deshizo de las setas para evitar una intoxicación accidental, pero reconoció que podían crecer más.

Citando el análisis de las conexiones de las torres de telefonía móvil, la fiscalía alega que es posible que Patterson viera la publicación de McKenzie y fuera al mismo lugar el 28 de abril para recoger las setas.

Los registros de la tienda muestran que, dos horas después de la supuesta visita, Patterson compró un deshidratador, que según la fiscalía utilizó para secar las setas tóxicas.

Patterson admite que compró el deshidratador, alegando que la temporada de setas silvestres es “muy corta” y que quería conservarlas, así como “toda una serie de cosas”. Negó haber recogido setas en Loch.

May, el experto en hongos, dijo que el 21 de mayo de 2023 vio setas venenosas en Outtrim, a unos 19 kilómetros (11 millas) de Leongatha, y publicó el avistamiento en iNaturalist.

“No creo que escribiera el nombre de la calle, pero puse un geocódigo de latitud y longitud muy preciso con la observación”, dijo.

Los fiscales afirmaron que el análisis de los movimientos del teléfono móvil de Patterson la situaba en la región de Outtrim el 22 de mayo, cuando, según ellos, es posible que Patterson recogiera las setas.

La defensa afirmó que un análisis más amplio de los registros de su teléfono sugiere que es posible que su teléfono móvil captara diferentes señales de la estación base dentro de su propia casa. “Estos registros concuerdan con que la acusada nunca salió de casa”, afirmó Mandy.

Patterson negó haber recogido setas en Outtrim y afirmó que no recordaba haber visitado nunca la página web iNaturalist y que no había visto los avistamientos denunciados.

El 1 de agosto, tres días después del almuerzo, Patterson estaba en el hospital, convencida por los médicos de que se quedara allí después de haber sido dada de alta contra su consejo.

Le habían insistido en la importancia de recibir tratamiento por intoxicación con setas venenosas, ya que se sabe que los síntomas empeoran con el tiempo.

Sus hijos también debían estar allí, dijeron, porque ella había afirmado que habían comido algunas de las sobras el domingo por la noche, aunque sin las setas y la masa.

Fue en el hospital, el 1 de agosto, cuando Patterson dijo que tuvo una conversación con Simon, su exmarido, que la llevó a empezar a pensar en cómo habían llegado las setas tóxicas a la comida.

Patterson dijo que le contó a Simon que había secado setas en un deshidratador, y él respondió: “¿Así es como envenenaste a mis padres, usando ese deshidratador?”.

Erin Patterson dijo al jurado que el comentario de Simon le había hecho “pensar mucho en muchas cosas”.

“Me hizo pensar en todas las veces que había usado (el deshidratador) y en cómo había secado setas silvestres en él semanas antes, y empecé a pensar: ¿y si se habían mezclado con las setas chinas? Quizás, quizás eso había sucedido”

En su testimonio, Simon Patterson negó haber sugerido a Erin que ella había envenenado a sus padres con el deshidratador. “No le dije eso a Erin”, declaró.

Al día siguiente, el 2 de agosto, Patterson dejó a sus hijos en el colegio, volvió a casa, tomó el deshidratador y lo tiró en un centro de residuos y reciclaje. Fue vista por las cámaras de seguridad.

Cuando se le preguntó por sus acciones, Patterson dijo que los agentes de protección infantil iban a visitar su casa esa tarde y que estaba “asustada” de tener una conversación sobre la comida y el deshidratador.

“Me asustaba que me culparan por ello… por haber enfermado a todo el mundo”, dijo. “Me asustaba que me quitaran a los niños”, añadió.

El análisis reveló restos de setas venenosas en el deshidratador, según la fiscalía.

Patterson reconoció que cuando tiró el deshidratador, sabía que los médicos sospechaban que se trataba de una intoxicación por setas venenosas. También admitió que no le dijo al personal médico que la comida podía contener setas silvestres.

Patterson dijo que tuvo diarrea después del almuerzo, pero lo achacó a un episodio de gastroenteritis. No estaba tan enferma como sus invitados, y durante su testimonio dio una razón para ello.

Gail Patterson había traído un pastel de naranja al almuerzo para compartir, y Erin Patterson testificó que, después de que los invitados se marcharan, se comió una porción tras otra.

Después de consumir aproximadamente dos tercios del pastel, se forzó a vomitar, según declaró ante el tribunal.

En su alegato final, la fiscal Rogers afirmó que no se había presentado ninguna prueba que sugiriera que expulsar los alimentos contaminados pudiera reducir el impacto de la toxina de la amanita.

Al jurado, dijo: “Sugerimos que rechacen su testimonio sobre el vómito después de la comida como una mentira”.

En su alegato final, el abogado defensor Mandy preguntó por qué, si era una mentira, Patterson no había sido más precisa sobre cuándo vomitó. “Seguramente les habría dicho que ocurrió tan pronto como se marcharon los invitados, porque cuanto antes mejor”, dijo al jurado.

Durante su testimonio, Patterson también ofreció una explicación sobre cómo llegaron las setas venenosas a la comida.

Patterson dijo que secaba las setas compradas en la tienda y las recolectadas en su deshidratador y las guardaba en recipientes de plástico en la despensa. Si una caja se llenaba, empezaba otra, dijo.

Patterson dijo que, en abril, había comprado setas secas en una tienda asiática de Melbourne, pero que no las utilizó en ese momento porque eran “demasiado fuertes”. En su lugar, las guardó en un recipiente de plástico en la despensa.

Mandy le preguntó: “¿Recuerda haber puesto setas silvestres que deshidrató en mayo o junio de 2023 en un recipiente que ya contenía otras setas secas?”.

“Sí, lo hice”, respondió Patterson.

Patterson dijo que, el 29 de julio, mientras preparaba el almuerzo, probó la mezcla de ajo, cebollas y setas y decidió que estaba “un poco sosa”, por lo que añadió las setas secas que había guardado en un recipiente de plástico en su despensa.

Mandy le preguntó qué creía que había en el recipiente de plástico de la despensa.

“Creía que solo eran las setas que compré en Melbourne”, respondió Patterson.

“Y ahora, ¿qué crees que podría haber habido en ese recipiente?”, preguntó Mandy.

“Ahora creo que es posible que también hubiera setas silvestres”, respondió ella.

La Fiscalía sostiene que no había ninguna tienda de comestibles asiática y que Patterson fingió estar enferma después de la comida para sugerir que ella también había sufrido los síntomas de la intoxicación por setas venenosas.

Rogers alegó que Patterson abandonó inicialmente el hospital porque sabía que ni ella ni sus hijos habían consumido el almuerzo envenenado.

Cuando Patterson fue examinada el lunes 31 de julio, un médico no encontró “ninguna evidencia clínica o bioquímica de intoxicación por amanita o cualquier otra sustancia tóxica” en su organismo, dijo Rogers.

“En ese momento, los cuatro comensales estaban en coma inducido”, añadió.

Sobre las acusaciones de que Patterson fingió estar enferma después de la comida, Mandy dijo que no tenía sentido que rechazara la ayuda médica y se diera de alta del hospital antes de tiempo, si estaba fingiendo haber comido setas envenenadas.

“Si estás fingiendo estar enferma, le dirás al personal médico: ‘Conéctenme, denme medicamentos, estoy muy, muy enferma. Por favor’”, dijo Mandy.

Además, dijo que era posible tener síntomas más leves de intoxicación por amanita, dependiendo de la cantidad consumida, según el testimonio de un experto que afirmó que el peso y la edad también eran factores importantes.

Durante el contrainterrogatorio, Rogers le dijo a Patterson que tenía dos caras: una pública, en la que parecía tener una buena relación con sus suegros, y otra privada, expresada en sus grupos de chat de Facebook, donde se desahogaba con sus amigos diciendo que estaba harta de la familia.

En mensajes a sus amigos de Facebook leídos en el tribunal, Patterson expresaba su frustración porque sus suegros no se involucraban en su disputa con Simon sobre la manutención de los hijos.

“Estoy harta de esta mi**da, no quiero tener nada que ver con ellos”, escribió en diciembre de 2022. “Pensaba que sus padres querrían que él hiciera lo correcto, pero parece que su preocupación por no sentirse incómodos y no querer involucrarse en los asuntos personales de su hijo prevalece sobre eso, así que que se jo**n”.

Y otro mensaje decía: “Esta familia, maldita sea, por Dios”.

Cuando su abogada defensora, Mandy, le preguntó cómo se sentía ahora respecto a esa declaración, Patterson, emocionada, respondió: “Ojalá nunca lo hubiera dicho… Me avergüenza haberlo dicho y ojalá la familia no tuviera que escuchar lo que dije”.

“No se lo merecían”.

En sus alegatos finales, Mandy describió los concisos intercambios como signos de una “breve disputa” que se “resolvió de manera amistosa”.

Mandy afirmó que no había ningún motivo para un triple asesinato y que, de hecho, había varias razones por las que Patterson no querría matar a sus invitados. No tenía problemas económicos, vivía en una casa grande y tenía la custodia casi exclusiva de sus dos hijos pequeños, que estaban muy unidos a sus abuelos, dijo.

La defensa sostiene que Patterson recogió sin saberlo setas venenosas, las secó en su deshidratador y las guardó en la despensa, hasta el día en que, sin darse cuenta, las echó en la sartén.

Mandy dijo que algunas de las propuestas “ridículas” incluían que Patterson planeaba matar a cuatro invitados a almorzar y “pensaba que todo se pasaría por un extraño caso de gastroenteritis, en el que todos morirían, excepto ella”.

A la acusación de la fiscalía de que Patterson había “triturado” las setas venenosas hasta convertirlas en polvo para ocultarlas en la comida, respondió: “¿Por qué habría que ocultar setas en una pasta de setas? No tiene ningún sentido”.

El momento en el hospital en el que Erin dijo que Simon le preguntó si había utilizado el deshidratador para envenenar a sus padres fue “cuando las cosas empezaron a cambiar”, dijo Mandy.

“Ella empieza a entrar en pánico y a mentir a partir de ese momento”, dijo.

“Lo que siguió a partir de ese momento fueron acciones para ocultar (…) el hecho de que se habían utilizado setas silvestres en la comida, porque temía que, si se descubría, se le consideraría responsable”.

Sin embargo, Rogers dijo que Patterson tenía el control total de los acontecimientos y lo utilizó con “efectos devastadores”.

La cocinera “había dicho demasiadas mentiras”, dijo Rogers, mientras instaba al jurado a rechazar las afirmaciones de Patterson de que no sabía que la comida estaba mezclada con toxinas.

“Afirmamos que no hay ninguna explicación alternativa razonable para lo que les ocurrió a los comensales, salvo que la acusada obtuviera deliberadamente setas venenosas y las incluyera deliberadamente en la comida que les sirvió, con la intención de matarlos”, dijo Rogers.

Se espera que el jurado se retire para deliberar sobre su veredicto esta semana; su decisión debe ser unánime.

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