La escalada de conflictos globales está redibujando el mapa mundial de la aviación. ¿Qué significa para los viajeros?
Por Brad Lendon, CNN
Observa un mapa del mundo que muestra todos los aviones que se encuentran en vuelo. Lo que más llamará tu atención, además de la asombrosa cantidad de aeronaves, son los enormes agujeros del cielo donde no hay vuelos.
Estas zonas de exclusión aérea suelen aparecer cuando existe un riesgo para la seguridad de las aeronaves debido a eventos en tierra. La escalada del conflicto en Medio Oriente es la más reciente de las situaciones globales con efectos en el flujo aéreo, una situación que, según los expertos en aviación, les está costando tiempo y dinero a las aerolíneas comerciales, ya que los obliga a desvíar o a cancelar vuelos.
Es un recordatorio de que, incluso resguardados en un tubo metálico a 12.000 metros de altura, viendo una película de Hollywood y disfrutando de una cena y bebidas, los pasajeros siguen ineludiblemente atados a los eventos que suceden lejos en el suelo. La mayoría de los viajes globales están sujetos a los caprichos de la geopolítica internacional, pero nunca tanto como en el cielo.
Sin embargo, tras lidiar con una serie de conflictos que se remontan a la invasión rusa de Ucrania y otros lugares, la interrupción por la guerra se ha convertido en algo cotidiano y las aerolíneas se han vuelto expertas en cómo gestionarla.
Y los desastres naturales, como la reciente erupción volcánica cerca de Bali, Indonesia, pueden ser mucho más problemáticos para las aerolíneas, según un analista.
“Los cierres del espacio aéreo se han vuelto bastante comunes”, afirmó Brendan Sobie, consultor de aviación con sede en Singapur.
“Es casi la nueva normalidad para las aerolíneas tener que lidiar con este tipo de situaciones”, declaró a CNN. También mencionó el reciente recrudecimiento de las tensiones entre India y Pakistán, los ataques del año pasado de Israel e Irán y la guerra en Ucrania como solo algunos de los eventos provocados por el hombre que han interrumpido los viajes aéreos en los últimos años.
Como muestran los mapas de seguimiento aéreo en vivo de sitios web como FlightRadar24, en este momento hay enormes brechas sobre Israel, Iraq, Irán y Ucrania, con la mayor parte del tráfico concentrado en corredores que rodean esos países.
Aún hay tráfico aéreo internacional sobre Rusia, pero se compone principalmente de aerolíneas chinas como Air China, Xiamen Air o Cathay Pacific. El espacio aéreo ruso fronterizo con Ucrania ha estado cerrado a todas las aerolíneas comerciales desde el inicio de la invasión, por lo que las rutas europeas de China entran o salen principalmente sobre el mar Báltico, cerca de San Petersburgo.
“Las aerolíneas cuentan con departamentos que constantemente analizan los problemas del espacio aéreo y evalúan los riesgos”, explicó Sobie, añadiendo que cada aerolínea opera con diferentes variables.
“Incluso en el espacio aéreo abierto, algunas aerolíneas podrían considerar que algo no es seguro” y desviar sus rutas en consecuencia, añadió.
A menudo, esto implica desvíos significativos. Los pilotos deben poder volar lo suficientemente lejos de las zonas de peligro como para que las condiciones meteorológicas inesperadas no los empujen accidentalmente sobre la línea, o que las crisis a bordo los obliguen a realizar aterrizajes de emergencia en el lugar equivocado.
Cada vez más, en la era de la ciberguerra, existe el peligro potencial de interferencias o suplantación de GPS en zonas de combate, con los sistemas de navegación por satélite en riesgo de ser engañados para mostrar ubicaciones falsas.
Sin importar la aerolínea, las disrupciones de vuelos cuestan mucho dinero, afirmó Tony Stanton, director consultor de Strategic Air en Australia.
Por ejemplo, señaló que el conflicto actual entre Irán e Israel está obligando a las aerolíneas a añadir dos horas a los vuelos directos que unen Londres y Hong Kong.
Incluso para aviones de larga distancia relativamente eficientes como el 777 de Boeing o el A350 de Airbus, esto implica un consumo considerablemente mayor de combustible.
“Para ponerlo en perspectiva, si bien muchos factores afectan el consumo de combustible, un B777 consume alrededor de US$ 7.000 por hora, como estimación aproximada”, explicó Stanton.
Además del combustible, las aerolíneas podrían experimentar un aumento en los costos por tiempo de tripulación, nuevos cargos por sobrevolar diferentes espacios aéreos, así como pérdidas de ingresos por retrasos y cancelaciones.
Y estas pérdidas no se pueden recuperar rápidamente porque la mayoría de los pasajeros reservaron sus billetes con semanas o meses de antelación al evento que causa los problemas.
Según los analistas, podría resultar imposible incorporar esos costos a las futuras ventas de boletos, ya que la oferta y la demanda de rutas podrían cambiar desde el inicio del conflicto.
“Gestionar una aerolínea rentable no es tarea fácil”, señaló Stanton.
Si bien el actual conflicto en Medio Oriente ha provocado la suspensión total de los vuelos comerciales a Irán e Israel, las aerolíneas que antes sobrevolaban esos destinos se están viendo obligadas a cambiar de ruta.
Sobie afirmó que el mayor impacto proporcional se ha registrado en los vuelos de corta distancia entre Asia Central y destinos de Medio Oriente como Dubai o Doha. Dichos vuelos podrían haber pasado dos horas en el espacio iraní antes del inicio de los ataques, de un vuelo de entre tres o cuatro horas, añadió.
Muchos vuelos que habrían cruzado el espacio aéreo iraní, iraquí, jordano o israelí se están desviando a corredores aéreos sobre Arabia Saudita, Egipto y Turquía, afirmó Stanton.
“FlightRadar24 muestra claramente cómo el tráfico aéreo se está concentrando actualmente en dos corredores estrechos, en particular en un corredor al sur de las zonas de conflicto”.
Esto puede suponer más trabajo para los controladores aéreos, que deben acomodar más aeronaves en espacios más reducidos, según los expertos.
Se pueden ajustar aspectos como la altitud de vuelo y los horarios de despegue, señalaron. Sin embargo, estos factores también pueden afectar el precio, ya que las franjas horarias privilegiadas para despegue y aterrizaje en los aeropuertos suponen un coste aún mayor para las aerolíneas.
Los analistas también señalaron que hoy en día vuelan más personas y aviones que nunca, lo que dificulta la gestión de cualquier interrupción por conflicto.
Por ejemplo, el tráfico aéreo en Asia Central es tres veces mayor que hace solo unos años, afirmó Sobie.
Los riesgos potencialmente trágicos de cruzar ciertas regiones del espacio aéreo quedaron claramente evidenciados en julio de 2014, cuando el vuelo 17 de Malaysia Airlines, que iba de Ámsterdam a Kuala Lumpur, fue derribado por un misil tierra-aire lanzado desde una zona de Ucrania controlada por rebeldes prorrusos. El incidente cobró la vida de las 298 personas a bordo.
A las aerolíneas se les suma la incertidumbre sobre el fin de los conflictos. Por ejemplo, la guerra en Ucrania comenzó en febrero de 2022, y los cambios de ruta y cancelaciones resultantes siguen vigentes.
Las restricciones de vuelo impuestas tras los enfrentamientos entre Irán e Israel el año pasado fueron efímeras, afirmó Sobie.
Incluso con la incertidumbre de la guerra, Stanton señaló que existen otras preocupaciones, aún más graves, para las aerolíneas, como los volcanes.
“El otro fenómeno más común que afecta a las rutas aéreas son las erupciones volcánicas como la que vemos hoy en Bali”, explicó Stanton.
Las nubes de ceniza volcánica contienen sílice, que puede fusionarse con las piezas de los motores a reacción con consecuencias catastróficas, y pueden ser dispersadas a largas distancias por los vientos de gran altitud, explicó, señalando que la erupción del Eyjafjallajökull en Islandia en 2010 afectó a más de 10 millones de pasajeros y costó a las aerolíneas más de US$ 1.700 millones.
A medida que las densas nubes se elevaban desde el Eyjafjallajökull, los cielos del Atlántico Norte, una de las rutas de aviación más transitadas del mundo, quedaron en silencio, y el tráfico aéreo descendió a niveles que no se volverían a ver hasta la pandemia de covid-19 una década después.
“La erupción de un volcán puede tener un impacto mucho mayor que una zona de conflicto”, afirmó Stanton.
Barry Neild, de CNN, contribuyó con este reporte.
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