Un voluntario latino cortó sus vacaciones para rastrear a los desaparecidos en Texas y ayudar a familias que no hablan inglés
Por Anabella Gonzalez y Gonzalo Zegarra, CNN en Español
Alfonso Solis no dudó en interrumpir sus vacaciones cuando vio la magnitud de la tragedia en Texas. Con experiencia en rastreo y rescate, está colaborando para enfrentar uno de los dramas causados por las catastróficas inundaciones: los desaparecidos, que según las autoridades locales son más de 150.
Este hijo de inmigrantes mexicanos, de 47 años y que imparte cursos de seguridad en escuelas, se puso manos a la obra para ofrecer su experiencia a los necesitados, pero también para traducir al español la información que necesitan las familias y transmitir sus pedidos a las autoridades.
“Si tienes conocidos desaparecidos en Kerrville, mándame un mensaje. Estoy en el área”, ofreció en sus redes sociales Solis, residente de Mesquite, en el condado de Dallas, sin pedir algo a cambio.
La escena en el terreno es simplemente devastadora, con la destrucción que dejó el agua a su paso. “Una cosa es verlo en televisión, otra cosa es vivirlo, hablar con las familias, escuchar la desesperación en su voz, verlos llorar… es algo bien difícil”, dice Solis en entrevista con CNN.
En el lugar, cuenta, se desplegó un equipo de auxilio integrado por personas a quienes él entrenó hace años. Durante los últimos días trabajó con ellos y junto a otras familias que buscan a sus parientes o que, como él, tratan de colaborar en las tareas.
Sin embargo, el terreno fue mucho más desafiante que en otras búsquedas. En su experiencia como rastreador, está acostumbrado a seguir huellas que, esta vez, la corriente se encarga de borrar, lo que hace más complejo el trabajo. “Una cosa es buscar a un niño que se pierde en el monte, o un anciano que se escapó de la casa… pero esto es algo muy diferente”, afirma.
El río Guadalupe en Kerrville subió más de 7 metros en cuestión de horas. Si bien es una carrera contra el tiempo para hallar a supervivientes antes de que sea tarde, el proceso es cambiante. Conforme el agua retrocede, el trabajo se renueva con más áreas para explorar.
La vida de Solis cambió cuando su primera esposa murió súbitamente en 2007, apenas días después del nacimiento de su primera hija. Decidió en ese momento donar los órganos de su esposa, que ayudaron a cinco personas, y cuenta que durante años trabajó vinculado a instituciones del sector de donaciones.
Por estos días, lidia con la desesperación de numerosas familias que buscan a sus parientes, sin poder evitar absorber parte de la angustia. De hecho, todavía carga el peso de búsquedas previas de personas que no ha podido encontrar. Por ello, no siempre le es fácil sostener la esperanza en medio de esta tragedia, que ha dejado al menos 120 muertos. “Yo hago rescate y auxilio, y hemos encontrado personas, pero sin vida”, dice.
La tarea también es riesgosa. El administrador de la ciudad de Kerrville, Dalton Rice, declaró que algunos socorristas fueron arrastrados por las aguas de la inundación. “Así de rápido sucedió”, dijo Rice. “Socorristas con experiencia, capacitados para aguas rápidas”.
Por ello, Solis cuenta que también debía pedir a las familias que no se aventuren a buscar por su cuenta en condiciones peligrosas. “Algunos estaban caminando en el río de noche, con lámparas. Es entendible, pero lo último que necesitamos es también tener que rescatarlos a ellos”.
Alfonso Solis cuenta que forma parte de un grupo de capellanes y que son muy pocos los latinos abocados a tareas de rescate en la zona, por lo que el español es una herramienta fundamental con la que él puede colaborar.
“Estoy aquí también para la gente latina, para que quienes tienen familiares aquí y están lejos, o quienes no hablan el idioma puedan comunicarse conmigo y yo intento obtener información”, destacó.
Con ese valor agregado, Solís ha recorrido en los últimos días distintos sitios, entre ellos centros de reubicación y funerarias, tratando de buscar información sobre las personas. Se encarga además de coordinar la logística del equipo para asegurarse de que puedan dar ayuda en todo lo necesario.
Solís no ha tenido tiempo para descansar. Incluso cuando regresó por dos días a su casa en Dallas, dice que se mantuvo como coordinador de las tareas en el terreno.
Con ayuda de sus redes sociales, se encarga también de reunir equipos y herramientas que la gente dona para ayudar en las búsquedas.
Solis señala que lo más duro es escuchar el dolor en la voz de las familias, y las sensaciones encontradas cuando hallan los cuerpos que, aunque confirman el temido desenlace, da un cierre a la incertidumbre.
Este lunes debió volver a su trabajo en una escuela. Aunque la vida continúa, su compromiso sigue. “Es un mundo pequeño y todos estamos conectados”, afirmó.
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