Una charla de cinco minutos en el avión dio inicio a un amor duradero
Por Francesca Street, CNN
En un reciente vuelo transatlántico de Florida al Aeropuerto Heathrow en Londres, los tripulantes de cabina Hunter Smith-Lihas y John Lihas, que ahora están casados, se miraron a los ojos desde un lado al otro lado del pasillo.
Los dos hombres se sonrieron, antes de volver rápidamente a servir champán a los viajeros de primera clase.
Esa sonrisa compartida fue fugaz, pero lo decía todo. Y más tarde, cuando Hunter y John estaban de descanso al mismo tiempo, la pareja se encontró sentada en la sala de espera de la tripulación a bordo, reflexionando sobre la vida y las carreras que habían construido juntos.
“Te conocí durante cinco minutos en el avión cuando ni siquiera debía hacerlo, y ahora vivimos juntos en la ciudad, estás sentado frente a mí en el avión y trabajamos juntos”, recuerda Hunter haberle dicho a John.
“Cuando conoces a alguien de esta manera nunca piensas que la relación podría llegar tan lejos. Así que es un poco surrealista. Y, sinceramente, te hace muy feliz, porque piensas, ¿cómo llegué aquí?”
La manera en que Hunter y John llegaron a esta situación fue a través de una serie de momentos y decisiones inesperados que comenzaron hace seis años, en 2017.
En ese entonces, Hunter era conocido como Hunter Smith. Tenía poco más de 20 años y trabajaba como agente de puerta de embarque para Spirit Airlines. Había aspirado a trabajar en aviación desde que comenzó a ver en YouTube a una tripulante de cabina que relataba historias sobre su trabajo.
“Pensé: oh, Dios mío, ese es el mejor trabajo de todos. Definitivamente quiero hacer algo así”, le dice Hunter a CNN Travel.
Después de graduarse de la universidad, Hunter consiguió un puesto de personal de puerta de embarque en su ciudad natal de Pittsburgh, Pensilvania. Ese cargo fue el primer paso para que se le abriera la puerta de la aviación.
Trabajar en la puerta de embarque le dio la oportunidad a Hunter a interactuar con cientos, si no miles, de personas cada día. Como es una persona sociable, siempre disfrutó de las conversaciones, por breves que fueran, con los viajeros y el personal de la aerolínea.
Pero el cuerpo de empleados de Spirit Airlines era tan grande que rara vez se encontraba con los mismos tripulantes de cabina dos veces.
Una mañana, uno de los compañeros de trabajo de Hunter le preguntó si podía pasarle algunos papeles al capitán de un vuelo de Spirit que pronto partiría hacia Orlando, Florida.
Hunter dice que este tipo de tarea: “normalmente no era parte de mi trabajo, normalmente no lo hacía”.
Pero esta vez sí, y subió al avión. Le pasó el papeleo al capitán y luego esperó a que le dieran el visto bueno para desembarcar. No sucedió de inmediato, así que Hunter se paró junto a la puerta del avión a esperar ese momento.
“Él se retrasó un poco procesando el papeleo”, recuerda.
También de pie en la parte delantera del avión había otro chico, el tripulante de cabina que estaba encargado de la mitad delantera del avión. Ese chico por supuesto, era John.
En ese entonces, John era un completo desconocido para Hunter. Claro, ambos trabajaban para la misma aerolínea, al igual que miles de otras personas por todo Estados Unidos.
“Nunca nos habíamos visto antes de ese día”, dice John, que también tenía poco más de 20 años en ese momento.
Mientras esperaban, Hunter y John se miraron a los ojos por primera vez y se sonrieron mutuamente.
Hunter vio un pin en el cordón de donde pendía la identificación de John. Curiosamente, parecía la insignia de otra aerolínea.
“Pensé: oh, me encanta el pin de tu cordón. ¿Dónde lo conseguiste?’ Porque era de otra aerolínea, creo que era un pin de Delta Airlines”, recuerda Hunter.
“Le dije: ¿trabajaste para Delta? ¿De dónde lo sacaste? Y así es como comencé la conversación con él”.
Los dos chicos conversaron, hablando sobre sus respectivas carreras hasta el momento, y John explicó que en realidad nunca había trabajado para Delta. Luego John le preguntó a Hunter su nombre y cómo era su horario del resto del día. Se presentaron formalmente.
Aun así, fue principalmente “solo una charla trivial”, como dice Hunter: “nunca pensamos que esa corta conversación iba a desencadenar en algo más después”.
“Fue muy corta”, repite John. “El avión tenía que despegar”.
Después de unos cinco minutos, se procesó el papeleo y el avión obtuvo el visto bueno para partir. Hunter se despidió rápidamente de John y se bajó del avión. John vio a Hunter regresar por la pasarela al aeropuerto.
“Nunca pensé que lo volvería a ver”, dice John.
Durante el resto de su turno ese día, mientras ayudaba a los pasajeros a abordar y a desembarcar los aviones, facturaba el equipaje de mano y hacía anuncios de embarque, Hunter seguía recordando esa breve interacción con John.
“Ves muchas caras y conoces a muchas personas todos los días en el aeropuerto. Pero no sé. Tenía una sensación extraña sobre este chico, una sensación buena”, dice Hunter
Esa noche, sacó su computadora portátil y buscó en Google “John Lihas”. Inmediatamente apareció una cuenta de Facebook con ese nombre, y allí estaba John, con una amplia sonrisa en la foto de perfil.
“Solo quería seguirlo en Facebook”, dice Hunter, riendo. “Ni siquiera pensé en agregarlo en ese momento. Pero luego, una vez que comencé a ver su perfil, pensé: voy a hacerlo. Voy a enviarle una solicitud de amistad. Voy a ver qué pasa. En todo caso, podemos solo ser amigos, compañeros de trabajo, compañeros de trabajo distantes. Pero realmente no pensé que fuera a pasar nada”.
Hunter presionó “agregar amigo”.
La notificación apareció en el teléfono celular de John justo cuando llegaba a la habitación de hotel en Houston, Texas. Había trabajado en dos vuelos ese día y estaba ansioso por poner los pies en alto. Entonces vio la solicitud de Hunter.
John no solía aceptar una invitación de alguien que realmente no conocía. Pero en realidad había disfrutado conocer a Hunter, incluso a pesar de que su interacción había sido corta.
“Así que acepté, solo porque pensé: Um, podría convertirse en algo, nunca se sabe’”, dice John.
Luego le envió un mensaje a su nuevo amigo de Facebook.
“¿Siempre acosas a los tripulantes de cabina?”, escribió.
“Así comenzó todo”, recuerda John. “Una oración se convirtió en páginas y páginas de conversaciones entre los dos”.
Durante los siguientes días, John y Hunter se enviaron mensajes con regularidad. Hablaron sobre sus familias, sus ambiciones y el amor que compartían por los viajes.
“La parte más loca fue que una vez que comenzamos a hablar, nos dimos cuenta de cuántas coincidencias había en nuestras vidas. Las cosas eran muy similares”, dice Hunter.
Ambos tenían padres divorciados y, por casualidad, ambos tenían un padre o madre que vivía en Pittsburgh, Pensilvania y otro que vivía en Tampa, Florida. Y compartían pasatiempos similares y una perspectiva positiva de la vida, sin mencionar la misma profesión y la pasión por viajar.
Después de mandarse mensajes por aproximadamente una semana, John le envió a Hunter una pregunta inesperada.
“Oye, sé que esto es un poco atrevido, puedes decirme con toda confianza si no te sientes cómodo con esta idea”, dijo. “Pero tengo una escala en Myrtle Beach. Creo que deberías volar hasta aquí. Me encantaría traerte en avión para que cenes conmigo y conocerte mejor”.
La playa de Myrtle Beach, en Carolina del Sur, está a 1 hora y 30 minutos de vuelo desde Pittsburgh. Es un vuelo corto, en general, pero un largo camino para tener una primera cita.
Hunter se debatió entre ir o no ir. ¿Sería una locura? ¿Era seguro? Apenas conocía a John. Pero no podía dejar de pensar de esa “buena sensación” que había tenido cuando conoció a John en el avión. Hunter decidió ir.
Pensó que debería contarle a alguien sobre sus planes, por si acaso. Descartó a sus padres (“pensé que pensarían que estaba un poco loco”) pero le dijo a su compañero de apartamento.
Luego se dirigió al aeropuerto.
John también estaba nervioso. Se había expuesto y no estaba seguro de cómo saldría todo (“realmente no hago eso”, dice sobre la invitación espontánea). Y no se lo dijo a nadie, excepto a la tripulación de vuelo con la que estaba trabajando en el vuelo a Myrtle Beach, y estaban emocionados por él.
Pero cualquier ansiedad se desvaneció cuando John y Hunter se encontraron en el aeropuerto y salieron a cenar juntos. Su conexión fue tan emocionante como ese primer momento en el avión. La conversación fue tan buena como los mensajes que se habían mandado en línea.
Más tarde, los dos caminaron de la mano por el paseo marítimo. En lo que respecta a una primera cita, fue “mágico”, dice Hunter. Después de los nervios, todo funcionó “perfectamente”, dice John.
Aun así, a medida que las 36 horas llegaban a su fin, el brillo se apagó un poco.
“Estaba un poco triste, en realidad”, recuerda Hunter. “Porque vivíamos en dos ciudades diferentes. No sabía cuándo lo vería de nuevo”
Pero pronto se estableció un patrón: cada vez que a John le asignaban un vuelo a Pittsburgh, se encontraba con Hunter. Y cada vez que John tenía escalas más largas en otras ciudades, Hunter iba a verlo.
“A pesar de que era un romance a larga distancia, hicimos que funcionara”, dice John.
Hunter cree que la distancia en realidad ayudó a que la relación floreciera.
“De hecho, tuvimos tiempo para extrañarnos. Tuvimos tiempo para planear cosas más especiales juntos. No era como si fuéramos a la casa del otro todos los días”, dice. “De hecho, me gustó la parte de larga distancia en ese momento, porque nos dio tiempo para apreciar realmente nuestro tiempo juntos”.
Durante los siguientes meses, Hunter y John compartieron algunos momentos fantásticos juntos, desde un viaje a Los Ángeles, donde pasaron dos días explorando la ciudad, hasta el cumpleaños de Hunter, cuando John lo sorprendió con un viaje a Disney World en Florida.
También hubo momentos más difíciles. Hunter y John dejaron de comunicarse durante unas semanas. Ambos estaban estresados y abrumados por el trabajo y algunos otros problemas en sus respectivas vidas. No estaban enojados el uno con el otro, pero mantener la conexión desde lejos se hizo complicado por primera vez. Pero lo superaron.
“Luego, todo volvió a ser como era antes y creo que incluso fue mejor que nunca después de eso”, dice Hunter.
Aproximadamente un año después de conocer a John, Spirit Airlines contrató a Hunter para trabajar como tripulante de cabina. Estaba emocionado de dejar atrás la puerta de embarque, encantado de que su sueño de trabajar en la aviación finalmente se hubiera hecho realidad.
Y con esta emocionante oportunidad llegó otro gran paso: Hunter y John decidieron mudarse juntos.
Ahora que ambos viajaban por trabajo, la pareja pensó que podrían vivir prácticamente en cualquier lugar. Decidieron mudarse juntos a una nueva ciudad: Detroit, Michigan.
“Fue entonces cuando las cosas realmente pasaron al siguiente nivel”, dice Hunter. “E incluso entonces todavía no lo podía creer, guau, es una locura cómo sucedió todo esto y todo encajó perfectamente. Ahora trabajamos en lo mismo. Trabajamos desde la misma base. Nuestras familias están en el mismo lugar. Todo parecía que encajaba perfectamente”.
Mudarse a una nueva ciudad y mudarse juntos fue un gran cambio. Pero la pareja sabía que tenían que “arriesgarse”, como dice Hunter, si querían que su relación avanzara.
“Hubo que adaptarse”, dice Hunter. “Pero creo que, en general, fue una aventura”.
En sus días libres, Hunter y John exploraron Detroit juntos, descubrieron nuevos restaurantes, decoraron su apartamento e hicieron nuevos amigos.
A veces era difícil compaginar sus horarios. Hunter, como nuevo empleado, estaba de guardia, por lo que cualquier día podía asignarle cualquier vuelo. Entonces, una mañana, Hunter recibió una notificación de que habían reservado un viaje para él y le enviaron el manifiesto de la tripulación. Examinó los nombres y luego se detuvo en seco.
“Vi el nombre de John allí”, recuerda Hunter. “Y corrí a la sala de estar desde el dormitorio. Yo estaba sorprendido y dije: ‘John, no lo vas a creer. ¿Adivina qué vuelo tengo hoy?’ Y él pensó que había conseguido alguno internacional o algo realmente genial, yo le dije: ‘¡No, estoy en mismo vuelo que tú!”.
Ese primer día de trabajo juntos fue muy especial. La pareja lo disfrutó.
“Nos sentimos muy bien por trabajar juntos y pasar tres días completos juntos en el hotel en la ciudad donde hicimos escala, cenamos juntos”, recuerda John.
“Cuando trabajamos juntos, es casi como si estuviéramos de vacaciones”, dice Hunter. “Sí, estás trabajando todo el día. Pero una vez que terminas tu turno, llegas al hotel y puedes ir a la piscina”.
Sintieron que volar juntos por primera vez también era un paso trascendental. Aquí estaban, trabajando juntos en un vuelo de Spirit Airlines, donde un año antes eran tan solo unos desconocidosque se vieron en otro avión de Spirit.
“Te remontas a la primera vez que nos conocimos”, dice Hunter.
Pasaron los meses y la pareja se acostumbró a vivir en Michigan. Empezaron a tener conversaciones “esporádicas” sobre matrimonio, como recuerda Hunter.
Los dos tenían planeado un viaje a Puerto Rico pronto: John trabajaba en el vuelo y Hunter iba de vacaciones.
Mientras planeaban el viaje, Hunter empezóa pensar que esa podría ser la oportunidad perfecta para pedirle a John que se casara con él.
Y habló con la madre de John sobre sus planes de proponerle matrimonio.
Hunter le dijo: “realmente amo a su hijo. En realidad, creo que quiero pasar el resto de mi vida con él”.
También habló con uno de los amigos en común de la pareja, una compañeratripulante de cabina de vuelo de Spirit Airlines que también iría en el vuelo: quería tener una amiga a su lado que pudiera documentar la propuesta cuando ocurriera.
John, no tenía idea de lo que iba a suceder.
En el segundo día del viaje, John y Hunter caminaban juntos por una playaen San Juan. La otra tripulante de cabina estaba armada con su teléfono, lista para capturar el momento.
“Estábamos caminando, como cualquier turista. Y recuerdo que yo tenía un café en la mano, estaba mirando hacia el mar, y luego me di la vuelta y él estaba arrodillado”, dice John.
“quedé completamente conmocionado y, por supuesto, dije que sí”.
“Ambos estábamos muy felices”, dice Hunter.
De inmediato, John llamó a su madre y durante la llamada los dos lloraron de felicidad. Fue entonces cuando John se dio cuenta de que ella ya sabía de la propuesta de matrimonio.
“Pensé: oh, Dios mío, esto está pasando realmente. Todo encajó, como si el resto de mi vida se estuviera acoplando perfectamente”.
Hunter y John planearon una pequeña boda, destinando el dinero que habrían gastado en celebraciones más grandes para la luna de miel.
“Así que hicimos una boda súper pequeña en la costa oeste. Trajimos a nuestros padres, dos amigos”, dice Hunter, quien cambió su nombre después de la boda, convirtiéndose en Hunter Smith-Lihas.
“Fue hermosa”, dice John.
Las familias de Hunter y John se llevan muy bien y siempre disfrutan de pasar tiempo juntas y con sus respectivos yernos. “La mamá de John y mi mamá se llevan genial. El papá de John y mi papá también. Amo a todos sus primos, sus sobrinas”, dice Hunter.
“Mi papá te ama”, le dice John a Hunter. “Mi abuela, que falleció recientemente en octubre, era griega y chapada a la antigua. Llegó a Estados Unidos cuando tenía solo 18 años. Y cuando conoció a Hunter, se enamoró de él”.
“Es muy bueno que todos nos llevemos bien, nuestras familias simplemente se quieren”.
Después de la boda, John y Hunter se embarcaron a lo que Hunter llama “unas lujosas vacaciones europeas”. El viaje también coincidió con el cumpleaños número 30 de John, por lo que había mucho que celebrar. A Hunter y John los pasarona primera clase en ese vuelo. Disfrutaron de volar con estilo y del hecho de que fueran ellos los que estaban siendo atendidos, esta vez.
“Era pleno invierno. Y cuando aterrizamos en París, estaba nevando. Vimos toda esa nieve y fuimos a la Torre Eiffel, todo estaba nevado. Fue tan mágico”, dice John.
Hoy, John y Hunter todavía trabajan juntos, aunque ya no están en Spirit Airlines y ahora viven en Florida. Hace unos años, la pareja solicitó empleo en otra importante aerolínea estadounidense. Deseaban tener nuevas oportunidades profesionales y poder viajar internacionalmente.
Fue una decisión arriesgada justo cuando la aviación se estaba recuperando a raíz de la pandemia. Durante un largo período en 2020, tanto John como Hunter estuvieron en tierra y no estaban seguros de cuándo, o si, alguna vez regresarían a volar.
“No solo fue la pandemia, sino que, de momento, ahora también estabas sin trabajo. Así que fue demasiado.
Fue realmente aterrador “, dice Hunter.
“Pero crecimos juntos, lo superamos juntos”, dice John.
John fue quien sugirió irse a una nueva aerolínea. Cuando expresó lo que pensaba, Hunter lo apoyó.
“Ambos queríamos más, porque Spirit solo volaba dentro de Estados Unidos, un poco a América del Sur y el Caribe. Mientras que donde estamos ahora hay vuelos a todos los continentes excepto a la Antártida”, dice Hunter. “Así que ese fue otro gran paso que dimos juntos”.
Antes de presentar sus solicitudes de empleo, Hunter y John hablaron sobre lo que podría suceder si uno de ellos consiguiera el trabajo y el otro no. “Decidimos que, si uno de nosotros lo conseguía era genial. Íbamos a estar bien. Haríamos que funcione”, dice Hunter.
“Creemos el uno en el otro, esa es la cuestión”, dice John.
La pareja presentó su solicitud el mismo día. Se entrevistaron el mismo día. Y al final, ambos fueron contratados el mismo día y comenzaron a entrenarse juntos.
En su aerolínea actual, John y Hunter tienen el mismo nivel de antigüedad, por lo que pueden postularse a los mismos vuelos. Esto les facilita coordinar sus horarios y hacer los mismos vuelos juntos.
Hoy en día suelen trabajar en aviones grandes y de fuselaje ancho, por lo que no siempre se ven mucho durante el vuelo.
“Si uno de nosotros está en clase económica y el otro en primera clase, definitivamente nos vemos mucho menos en comparación con cuando trabajas en la misma cabina”, dice Hunter.
“Pero siempre hay un momento en el que puedo aparecerme e ir a saludarlo, o viceversa, John puede venirme a saludar”.
Y, por supuesto, están esos momentos, como en el reciente vuelo a Londres, en los que ambos trabajan en la misma cabina y pueden verse en el trabajo, sobresalir en lo que hacen y compartir alguna que otra sonrisa con discreción.
Hunter también siguió los pasos del vloggery tripulante de cabina que lo introdujo por primera vez a la aviación y comenzó a documentar su trabajo en YouTube, TikTok e Instagram. Hunter espera que su contenido pueda inspirar o ayudar a otros interesados en trabajar en la industria. Tanto Hunter como John planean trabajar en ella todo el tiempo que puedan.
“Esto es lo que he soñado desde que tenía seis años”, dice John. “No me veo haciendo nada más. Seré tripulante de cabina para siempre, hasta que decida jubilarme”.
“Creo que, para los dos, esta es nuestra carrera. Esta es nuestra carrera para toda la vida”, dice Hunter. “Porque ¿en qué otro trabajo puedes decir: oh, bueno, el lunes voy a Nueva York y el martes voy a África. Siempre existe el elemento sorpresa y de aventura en este trabajo”.
Independientemente de lo que les depare el destino, para Hunter y John, una de las sorpresas más memorables en el trabajo siempre será haberse conocido.
“Vi tantas caras diferentes todos los días, es difícil ver la misma cara dos veces. Y luego, de repente, él aparece. Y ya han pasado seis años y todavía lo sigo viendo”, dice Hunter.
“Nunca pensé que esto me pasaría a mí, para ser sincero, nunca, incluso al encontrarme con tanta gente día a día, compañeros de trabajo, pasajeros”, dice John. “Siempre creo que estaba predestinado”.
“Casi se me llenan los ojos de lágrimas”, agrega Hunter. “Cuando miro hacia atrás, nunca en un millón de años pensé que estaríamos juntos después de ese encuentro casual. Me emociona, me dan ganas de llorar. Es una felicidad abrumadora.
Sencillamente muestra que nunca sabes a quién vas a conocer, cuándo y dónde. Nunca sabes quién va a ser esa persona especial”.
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