La Casa Blanca sigue de cerca la cobertura del caso Epstein y no logra hacer que desaparezca
Por Alayna Treene, Paula Reid y Michael Williams, CNN
El presidente Donald Trump ha suplicado a su base que deje de pensar en Jeffrey Epstein. Pero, 25 días después de que su Departamento de Justicia declarara que no tenía nada más que decir sobre el delincuente sexual convicto, la presión para que se tomen medidas continúa.
Algunos funcionarios reconocen, al menos en privado, que la administración tendrá que divulgar más información sobre Epstein en un intento de acallar las acusaciones de encubrimiento.
Funcionarios de la administración dijeron a CNN que creen que el mejor antídoto ante el interés público por Epstein es el tiempo. Pero también admiten que, sin la publicación de detalles más concretos, la atención quizás nunca desaparezca por completo.
“O publicamos más documentos y eso confirmará las sospechas, o hay una brecha entre lo que la gente piensa y lo que realmente tenemos”, dijo un funcionario de la Casa Blanca. “Y hay que abordarlo directamente”.
La Casa Blanca ha estado observando de manera intensa la cobertura mediática sobre la controversia, según señalaron fuentes.
Desde que la secretaria de Justicia, Pam Bondi, desató la indignación pública al declarar que la supuesta “lista de clientes” de Epstein no existe, la administración ha intentado apaciguar el enojo avanzando para interrogar a la exasociada de Epstein, Ghislaine Maxwell, y publicar las transcripciones selladas del jurado investigador relacionadas tanto con ella como con los casos penales de Epstein.
Maxwell, quien cumple una condena de 20 años por tráfico sexual y probablemente es una de las pocas personas vivas que podrían arrojar más luz sobre el alcance de los crímenes de Epstein, fue trasladada el viernes de su prisión en Florida a una instalación de menor seguridad en Texas. El Departamento de Justicia no ha explicado por qué Maxwell fue transferida.
Tampoco el secretario de Justicia adjunto Todd Blanche ha dicho nada sobre sus dos días de reuniones a puerta cerrada con Maxwell, aparte de prometer en un comunicado que el Departamento de Justicia compartiría más información sobre lo que aprendieron “en el momento oportuno”.
Trump no ha sido acusado de ningún delito relacionado con Epstein. La Casa Blanca reconoció una solicitud de comentarios para esta historia, pero no ofreció respuesta.
La persistencia del tema es, en parte, un problema generado por el propio presidente.
Trump está claramente frustrado por los periodistas que le hacen preguntas sobre Epstein, pero los breves comentarios que ofrece —como decir esta semana que se distanció de Epstein después de que el financiero “le robó” a una joven, Virginia Giuffre, quien trabajaba en el club Mar-a-Lago de Trump— solo reavivan el interés público y generan más interrogantes sobre lo que Trump sabía sobre Epstein y en qué momento.
Esa afirmación sorprendió a la familia de Giuffre, quien se suicidó en abril. “Ella no fue robada, fue cazada en la propiedad de Trump, en la propiedad del presidente Trump”, declaró Sky Roberts, hermano de Giuffre, a CNN.
Un funcionario de la administración Trump admitió que las declaraciones del presidente no han ayudado a reducir el furor en torno al caso Epstein, pero añadió que son simplemente manifestaciones de su profunda ira ante la situación.
La postura dentro del Gobierno, dijeron funcionarios, ha sido asegurarle al público que sigue comprometido en compartir la información que ha sido recopilada y revisada por el Departamento de Justicia.
Sin embargo, eso podría presentar otro dilema para la administración: cualquier publicación masiva de documentos probablemente requeriría extensas partes clasificadas para proteger la identidad de las menores víctimas de los crímenes de Epstein. Y páginas llenas de tinta negra podrían solo aumentar la sospecha de un encubrimiento, señalaron funcionarios de la administración.
El Gobierno también se muestra cauteloso para no repetir la historia haciendo promesas excesivas, lo que agravaría aún más el malestar de muchas figuras prominentes de la base de seguidores del presidente que han expresado su frustración por el tema.
“El frenesí y las críticas que vimos se han calmado un poco desde las primeras dos semanas. Eso se debe en gran parte a que la administración dejó en claro que esto no es un caso cerrado como dijeron inicialmente”, dijo a CNN una persona cercana a Trump.
“Pero la idea de que esto pueda ser enterrado o desaparezca gracias a una noticia más grande es una fantasía”, agregó esta persona. “Incluso si una noticia acapara la atención por un tiempo, esto volverá a surgir. No desaparecerá hasta que la gente obtenga respuestas reales”.
El viernes fue un claro ejemplo de cómo el tema resurge, con la transferencia sorpresiva de Maxwell. Y la próxima semana habrá más presentaciones judiciales.
En teoría, agosto podría traer algo de alivio a un aspecto del ciclo noticioso sobre Epstein, ya que el Congreso estará en receso durante el mes, lo que limita las acciones de los demócratas para forzar a los republicanos a asumir una postura pública sobre el tema.
Y por ahora el intento de los republicanos en la Cámara de Representantes de entrevistar a Maxwell ha fracasado. Maxwell presentó una lista de exigencias, que incluían inmunidad y recibir las preguntas con antelación. El viernes, la Comisión de Supervisión de la Cámara rechazó esas demandas. No obstante, accedió a posponer cualquier declaración hasta que la Corte Suprema resuelva su apelación pendiente, lo que no ocurrirá hasta finales de septiembre.
Mientras tanto, aunque funcionarios consideran que la orden de Trump a Bondi de avanzar para desclasificar las transcripciones del jurado investigador relacionadas con las investigaciones sobre Epstein y Maxwell, así como la entrevista del Departamento de Justicia (DOJ) a Maxwell en prisión, son pasos en la dirección correcta, numerosas personas dentro y fuera de la administración sostienen que persiste el reconocimiento de que el enojo en torno a Epstein no se calmará hasta que se divulgue material más sustancial.
Los límites de esa información están bien definidos. Por ejemplo, las transcripciones del jurado investigador que el Departamento de Justicia solicita desclasificar en su investigación incluyen el testimonio de solo dos testigos, ambos funcionarios policiales, según un memorando del DOJ presentado esta semana.
En una orden la noche del jueves, el juez federal Richard Berman solicitó al Gobierno más información sobre su moción para desclasificar las transcripciones del jurado investigador en el caso de Epstein. Berman realizó varias peticiones, entre ellas verificar las fechas de todas las presentaciones ante el jurado investigador, entregar pruebas exhibidas a los miembros del jurado y precisar si el Gobierno quiere desclasificar también las pruebas, además de las transcripciones.
Esas respuestas deben presentarse el lunes.
El martes, en tanto, vence el plazo para que las víctimas de Epstein y Maxwell respondan a la solicitud del DOJ para divulgar los archivos del jurado investigador. El juez se ha comprometido a emitir un fallo rápidamente.
En la versión ideal de la Casa Blanca, la ciudadanía estadounidense estaría celebrando los éxitos de Trump en la guerra comercial, la cifra récord a la baja de migrantes cruzando la frontera sur o la renovación de una sociedad que se está conformando según la amplia visión del presidente.
Eso podría ocurrir, pero la historia de Epstein seguirá presente, pase lo que pase.
“Se reconoce que esto no va a desvanecerse así como así”, dijo a CNN un alto funcionario de la Casa Blanca.
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