De presidente a provocador: el largo camino de Dmitry Medvedev en Rusia, el "perro de ataque" del Kremlin
Por Tim Lister, CNN
Dmitry Medvedev ha recorrido un largo camino desde su época como presidente de Rusia, cuando una vez se paró junto al entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y declaró que “la solución de muchos problemas mundiales depende de la voluntad conjunta de Estados Unidos y Rusia”.
Esta semana, en su papel semi-oficial como perro de ataque del Kremlin, Medvedev sugirió en dos ocasiones que el Gobierno del presidente Donald Trump estaba empujando a Estados Unidos y Rusia hacia una guerra, y advirtió sobre las capacidades nucleares de Rusia, luego de que Trump sugiriera que impondría nuevas sanciones contra Moscú.
Aunque Medvedev es vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, no tiene poder ejecutivo. Sin embargo, sus comentarios provocadores esta semana no pasaron desapercibidos.
El jueves, Medvedev escribió en Telegram que Trump debería imaginarse la serie apocalíptica “The Walking Dead”, y mencionó la capacidad soviética para lanzar ataques nucleares automáticos.
El presidente estadounidense respondió el viernes y ordenó que dos submarinos nucleares se desplazaran a “las regiones correspondientes”.
Este intercambio se produce luego de que Trump fijara una nueva fecha límite para que Putin pusiera fin a la guerra en Ucrania, y amenazara con sanciones estadounidenses si no se alcanzaba un alto al fuego, una advertencia que el Kremlin probablemente ignorará.
Medvedev es una figura muy distinta actualmente, distinto de lo que era cuando se convirtió en presidente de Rusia a los 42 años. Era abogado, sin vínculos con los servicios de seguridad, a diferencia del actual líder Vladimir Putin, exagente de la KGB. Cómodo con el uso de internet —una vez más, a diferencia de Putin—, Medvedev tenía entusiasmo por modernizar la economía rusa y combatir la corrupción.
Pero su presidencia fue vista como una medida transitoria, una manera de que Putin esquivara los límites constitucionales y se mantuviera en el poder.
Desde que dejó la presidencia en 2012 para permitir que Putin regresara al cargo, Medvedev se ha transformado de un tecnócrata relativamente liberal a un ultranacionalista, que provoca a los adversarios de Rusia con publicaciones incendiarias en redes sociales.
Solo basta comparar lo que dijo en una entrevista con CNN en 2009 —que Rusia necesitaba “tener buenas y desarrolladas relaciones con Occidente en todos los sentidos de la palabra”— con este comentario de mayo: “Sobre las palabras de Trump acerca de que Putin ‘está jugando con fuego’ y que cosas ‘realmente malas’ le están pasando a Rusia. Solo conozco una cosa REALMENTE MALA: la Tercera Guerra Mundial. ¡Espero que Trump lo entienda!”.
Ese giro parece haber comenzado tras su presidencia, cuando Medvedev empezó a reposicionarse para conservar la confianza del partido gobernante Rusia Unida.
En 2012, dijo ante legisladores: “A menudo me dicen: ‘Eres un liberal’. Les puedo decir con franqueza: nunca he tenido convicciones liberales”.
Como presidente, Medvedev le dijo a CNN que “el nivel de corrupción es categóricamente inaceptable”. Pero más tarde, ya como primer ministro, fue blanco de una investigación realizada por la Fundación Anticorrupción del opositor Alexei Navalny, que afirmaba que había acumulado un “imperio de corrupción” con propiedades lujosas, yates de lujo y viñedos en toda Rusia.
La portavoz de Medvedev, Natalya Timakova, desestimó la investigación, que rápidamente obtuvo 14 millones de visualizaciones en YouTube, como un “arrebato propagandístico”, pero Medvedev se convirtió en objetivo de protestas callejeras.
En 2020, renunció abruptamente como primer ministro mientras Putin iniciaba una reforma constitucional para consolidar su control del poder.
Desde entonces, desde su asiento en el Consejo de Seguridad, ha lanzado una oleada de ataques xenófobos y ofensivos contra los ucranianos y líderes occidentales. Medvedev cuenta con 1,7 millones de suscriptores en Telegram, además de cuentas en X en ruso e inglés con un total de casi 7 millones de seguidores.
Tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, Medvedev se refirió al liderazgo en Kyiv como “cucarachas reproduciéndose en un frasco”.
En un discurso a principios de este año, Medvedev presentó una imagen que mostraba a Trump y al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky como Muppets, y pidió la “destrucción del régimen neonazi de Kyiv”.
Con frecuencia recurre al espectro del nazismo. Este año dijo que el nuevo canciller de Alemania, Friedrich Merz, había “sugerido un ataque contra el puente de Crimea. ¡Piénsalo dos veces, nazi!”.
Y no teme agitar el sable nuclear, cuando dijo en 2022 que “la idea de castigar a un país que tiene una de las mayores capacidades nucleares es absurda y posiblemente representa una amenaza para la existencia de la humanidad”.
Medvedev también disfruta lanzar ataques personales. El mes pasado se burló de Trump en una publicación en redes sociales en la que advirtió: “No sigas el camino de Sleepy Joe”, en referencia a cómo Trump suele llamar al expresidente Joe Biden.
A pesar de su retórica extravagante, Medvedev cumple un papel calculado dentro de la estrategia de comunicación del Kremlin, según los analistas.
El Instituto para el Estudio de la Guerra señala que él es utilizado para “amplificar una retórica incendiaria diseñada para generar pánico y miedo entre los líderes occidentales”, como parte de “una estrategia informativa concertada y dirigida desde arriba por el Kremlin”.
Sin embargo, analistas señalan que sus declaraciones no deben tomarse literalmente.
Sobre el intercambio de esta semana, Anatol Lieven, del Instituto Quincy para el Buen Gobierno, describió tanto las declaraciones de Medvedev como la respuesta de Trump como “pura teatralidad”.
“Después de haberse abstenido de usar armas nucleares en los últimos tres años, es obvio que Rusia no va a lanzarlas en respuesta a una nueva ronda de sanciones estadounidenses”, dijo Lieven.
En aquella conferencia de prensa con Obama en 2009, Medvedev era un presidente confiado y recién estrenado que se veía a sí mismo como mucho más que un suplente de Putin. Ese día dijo: “Tenemos los principales arsenales nucleares y plena responsabilidad sobre ellos”.
Dieciséis años después, goza de la libertad del provocador.
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