Por Uriel Blanco, CNN en Español

Las negociaciones entre México y Estados Unidos han sido un sello característico desde que Donald Trump regresó al poder en enero de este año. Desde entonces, el presidente de EE.UU. y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se han centrado en negociar, pero también en cruzar declaraciones que tensan la relación bilateral.

El cruce más reciente se dio esta semana, cuando Trump dijo que “México hace lo que le decimos que haga” en materia de seguridad fronteriza.

La respuesta de Sheinbaum llegó, primero, en un video donde no menciona a Trump directamente: “Para cualquiera que tenga alguna duda, este es un mensaje de México para el mundo: en México, el pueblo manda”.

Y después, la mandataria mexicana se refirió a que esa es la manera de hablar del presidente de Estados Unidos: “Lo he dicho varias veces. El presidente Trump tiene una forma de hablar, pero, como lo dije ayer, el único que manda en México es el pueblo”.

Las declaraciones de Trump y Sheinbaum tuvieron lugar justo después de que el Gobierno de México enviara a 26 integrantes de cárteles a EE.UU. para enfrentar cargos en ese país, y luego de que ambos gobiernos acordaran a finales de julio una pausa de 90 días en los aranceles estadounidenses más altos para seguir negociando.

Esa ha sido la misma tónica en cruces pasados: Trump presiona en negociaciones de índole comercial; Sheinbaum reacciona de manera moderada (o, como ella misma dice, con “cabeza fría”) y logra acuerdos temporales; y detrás de todo ello surge una concesión en materia de seguridad.

Como ejemplo tenemos lo que pasó desde que Trump regresó a la Casa Blanca.

El 20 de enero, día de su inauguración en la presidencia, Trump amenazó con aranceles generales del 25% a México y Canadá, y dijo que estos entrarían en vigor a partir del 1 de febrero.

Sin embargo, llegó el 1 de febrero y, en lugar de los aranceles prometidos, Trump anunció que los aranceles comenzarían el 4 de febrero. La imposición de estos aranceles tiene como objetivo, según la Casa Blanca, frenar el flujo de drogas, incluido el fentanilo, y de migrantes irregulares hacia EE.UU.

Pero esta fecha tampoco se materializó para los aranceles generales. Un día antes, la presidenta Sheinbaum habló por teléfono con Trump y llegaron a un acuerdo para pausar los aranceles durante un mes.

En esa llamada, México se comprometió a reforzar de inmediato la frontera con 10.000 miembros de su Guardia Nacional, mientras que EE.UU. acordó trabajar para evitar el tráfico de armas de alto poder a México.

Y no solo fue el refuerzo de la frontera con miembros de la Guardia Nacional. Más tarde ese mes, México dio otra concesión en materia de seguridad: envió a EE.UU. a 29 presuntos narcotraficantes para que enfrenten cargos en ese país (algo muy similar a lo acontecido esta semana).

En marzo, pocos días después del envío de los 29 presuntos narcotraficantes a EE.UU., Trump aseguró que “quieren hacernos felices, por primera vez. Pero necesitamos que México y Canadá hagan mucho más de lo que han hecho, y tienen que detener el flujo de fentanilo y drogas a Estados Unidos”.

Tras estos comentarios, Sheinbaum dijo que el envío de estas personas se hizo por motivos de seguridad y comentó sobre la forma de hablar del presidente de EE.UU.

“El presidente Trump tiene su manera de hablar, lo hemos dicho muchas veces. Esta decisión que tuvo el Consejo de Seguridad tiene que ver, sobre todo, con la protección en México”, indicó Sheinbaum en conferencia de prensa el 5 de marzo.

Durante el primer mandato de Trump, la presión comercial también fue un arma clave para tratar de regular los flujos migratorios desde México.

A mediados de 2019, funcionarios del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador acordaron intensificar la aplicación de las leyes de inmigración cuando la administración de Trump amenazó con aranceles contra los productos importados desde México.

En respuesta a la presión, México desplegó casi 15.000 soldados en la frontera con Estados Unidos.

Defensores de los derechos de los inmigrantes en México advirtieron que esa medida violaba los derechos de los inmigrantes y contradecía la promesa de campaña de López Obrador de que no haría el “trabajo sucio” de Estados Unidos.

En tanto, el ahora expresidente López Obrador sostuvo en esos momentos que no tuvo más remedio que negociar.

“Tenemos que evitar una confrontación con el gobierno de Estados Unidos”, dijo. “Tenemos que actuar con moderación”.

En septiembre de ese año, durante la Asamblea General de la ONU, Trump agradeció a López Obrador por el trabajo en seguridad fronteriza y aseguró que desplegó a “27.000 soldados” en las fronteras. Según México, eran 15.000 soldados en la frontera con EE.UU. y otros 12.000 en la frontera sur con Centroamérica.

“México nos está mostrando un gran respeto, y yo los respeto a cambio”, agregó.

Pero Trump endureció la narrativa unos días después de su discurso en la ONU, al decir que estaba “usando a México para proteger nuestra frontera”. Críticos del Gobierno de López Obrador argumentaban que, con las concesiones de seguridad, México estaba construyendo el muro que Trump prometió en campaña.

Cuando se le pidió que respondiera a las afirmaciones de que México estaba pagando efectivamente por el muro que Trump quería, el portavoz de la Secretaría de Relaciones Exteriores en ese entonces, Roberto Velasco, dijo a CNN que los flujos migratorios habían disminuido notablemente en los últimos meses, y que continuaban los esfuerzos para un plan de desarrollo regional para abordar las causas fundamentales de la migración en México, El Salvador, Guatemala y Honduras.

Cuando a López Obrador se le cuestionó por el muro y los soldados en la frontera, respondió: “Es más que nada regular la entrada en el sur”.

Para entender la dinámica en la relación entre México y Estados Unidos, un punto clave es entender que esta relación es asimétrica, según Roberto Carlos Hernández, doctor en Filosofía Política por la Universidad Complutense de Madrid y profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Nuestras cadenas productivas, de suministro y demás están integradas a América del Norte, a donde va más del 80 % de nuestra producción. Entonces, digamos que el presidente Trump tiene un argumento de mucho peso, o de muchos dólares, para ejercer presión” desde el ámbito comercial”, explicó Hernández en entrevista con CNN.

Trump ha presionado desde este ámbito, entre otras razones, por el déficit comercial de EE.UU. con México. En 2024, el déficit con México en el comercio de bienes y servicios fue de US$ 179.000 millones, por encima de los US$ 162.100 millones de 2023.

En medio de esta presión, el presidente de EE.UU. ha exagerado el déficit con México en ocasiones pasadas, diciendo que es de US$ 350.000 millones, algo que está alejado de la realidad.

“Los niveles de asimetría entre México y Estados Unidos son mayúsculos, es decir, asimetría en términos económicos, asimetría en términos de poder político, de poder duro. Entonces creo que nos iría peor si nos ponemos, como se dice coloquialmente, con ‘Sanzón a las patadas’”, añadió el doctor en Filosofía Política.

El Gobierno de México ha dicho previamente que los acuerdos de seguridad alcanzados con Estados Unidos, así como acciones en este ámbito —por ejemplo, el reciente vuelo de un avión no tripulado estadounidense en territorio mexicano para asistir en una investigación de delincuencia organizada—, han llegado sin afectar la soberanía del país, bajo una estrategia de colaboración y coordinación.

Tan solo en febrero de este año, cuando flotaba la primera subida de aranceles de Trump sobre México, Sheinbaum afirmó que seguirán colaborando con Estados Unidos en las medidas contra el narcotráfico, pero dijo que “nosotros no negociamos la soberanía”.

Para el experto de la UNAM, el uso del concepto soberanía por parte de México ha sido en “términos muy absolutos”, pero la realidad indica que se trata de una “soberanía cuestionada”.

“Cuando uno sabe que un avión no tripulado estuvo sobrevolando muy cerca de la Ciudad de México, cuando uno sabe que se entrega a una serie de líderes del crimen organizado (…), entonces ahí es cuando ese concepto de soberanía empieza a hacer agua”, explicó Hernández.

Sobre el último envío de 29 miembros de cárteles, el Gobierno de México señaló que el traslado a EE.UU. se hizo “bajo el más alto criterio de seguridad para nuestro país”, agregando que estas personas seguían llevando a cabo actividades ilícitas desde las prisiones donde se encontraban llevando sus procesos legales.

“Uno dice: ‘¿Y no es parte de la soberanía juzgar y hacer pagar aquí en el país a más de 50 líderes de la delincuencia organizada?’. No tenemos las capacidades de inteligencia para un combate mucho más eficaz a la delincuencia organizada, yo creo que en ese sentido ellos mismos se meten en ese aprieto porque plantean una idea de soberanía muy cerrada”, añadió el profesor de Relaciones Internacionales.

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Con información de Elisabeth Buchwald, Kayla Tausche, Kevin Liptak, David Goldman, Lizbeth Padilla, Verónica Calderón, Michael Rios, Catherine E. Shoichet y Daniel Dale, de CNN, y de la agencia de noticias EFE.