Residentes de Chicago agradecen la ayuda para combatir la delincuencia, pero no quieren que Trump envíe a la Guardia Nacional
Por Omar Jimenez, CNN
Cedric Hawkins no se toma su edad a la ligera. A sus 44 años, nueve familiares han muerto a causa de la violencia con armas de fuego.
“Solo uno de mis familiares llegó a los 40”, dijo Hawkins.
Tras crecer rodeado de pandillas en Chicago y haber pasado un tiempo en prisión, Hawkins ahora trabaja con el grupo contra la violencia con armas de fuego Chicago CRED, en parte como mediador, intentando detener la violencia con armas de fuego antes de que tenga la posibilidad de estallar.
Este residente de larga data del sur de Chicago ha visto personalmente una disminución en los asesinatos en su vecindario de Pullman este año y, al igual que otros residentes, le preocupa que un despliegue de la Guardia Nacional en su ciudad pueda desbaratar una estrategia que, al menos por ahora, parece estar funcionando, dijo.
“Para mí, la presencia de militares pondría a nuestras comunidades en una situación en la que se sentirían como si estuvieran encarceladas”, declaró Hawkins a CNN. “En Chicago, la confianza en las fuerzas del orden locales es muy baja”.
“Trump no hará nada más que poner a nuestras comunidades de Chicago en una situación donde, muy probablemente, la confianza se reduzca aún más”, añadió.
En las últimas semanas, el presidente Donald Trump ha amenazado con desplegar la Guardia Nacional en Chicago en medio de la ofensiva de su Gobierno contra la delincuencia. Estas amenazas han recibido críticas de residentes y políticos, incluido el alcalde de Chicago, Brandon Johnson, quien firmó el sábado un decreto que proporciona orientación y directrices a las agencias municipales, instándolas a abstenerse de colaborar con el gobierno federal.
“No lo hemos pedido. Nuestra gente no lo ha solicitado, pero, sin embargo, nos vemos obligados a responder a esto”, declaró Johnson antes de firmar la medida.
Se espera que el Gobierno de Trump también lance una importante operación de control migratorio en Chicago esta misma semana, según informó CNN previamente, que también podría incluir a la Guardia Nacional como fuerza de paz si es necesario.
Tanto Johnson como el gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, han criticado a Trump por sugerir que desplegaría fuerzas federales en la ciudad, señalando las recientes “reducciones históricas de la delincuencia”.
El año pasado, hubo poco menos de 600 homicidios en Chicago, y en lo que va de año ha habido al menos 274, según datos municipales.
Hawkins, cuya misión personal lo mantiene cerca de la violencia armada, no se opone a la ayuda federal, pero afirma que podría no ser el enfoque adecuado.
“Le ruego al presidente Trump que envíe los recursos adecuados, pero en cuanto al envío de la Guardia Nacional, creo que eso nos pondrá en una situación en la que toda la ciudad de Chicago volverá a estar donde empezamos”, dijo Hawkins, recordando cómo el número de homicidios superó los 900 a principios de la década de 1990.
Los asesinatos en Chicago han disminuido más de un 30 % este año en comparación con 2024 y los tiroteos han disminuido casi un 40 %, según datos municipales. Ambos van camino de estar entre los niveles más bajos que la ciudad ha visto en más de una década.
Sin embargo, esto todavía se traduce en más de 1.200 personas baleadas y al menos 274 asesinatos, cifras superiores a las reportadas en Nueva York y Los Ángeles, dos ciudades con poblaciones mucho mayores que Chicago.
Rochelle Sykes, residente de West Garfield Park, el barrio con más reportes de víctimas de tiroteos per cápita este año, duda de la magnitud de la disminución reportada en la violencia armada este año.
Afirmó: “Hay muchas cosas que no se denuncian, y estas son cosas que nosotros, los que vivimos en el barrio, vemos a diario”.
Esta residente de toda la vida del barrio y administradora de la oficina de la Iglesia Bautista New Mt. Pilgrim, de 59 años, comentó que de niña “jugaba afuera hasta que se encendían las farolas”, pero eso ahora es imposible. El cuerpo de su sobrino de 15 años fue encontrado quemado en un contenedor de basura en 2016, un año en el que los homicidios alcanzaron su máximo histórico en la década.
“Mis nietos no pueden sentarse afuera. No pueden sentarse en la sala ni en la mesa de la cocina, porque una bala podría atravesarlos”, declaró Sykes a CNN.
Solo durante el fin de semana del Día del Trabajo, los tiroteos dejaron al menos siete muertos y 49 heridos en toda la ciudad, según las notificaciones de incidentes publicadas por el Departamento de Policía de Chicago. Las víctimas tenían entre 14 y 48 años.
Aun así, Sykes cree que la Guardia Nacional “no es la solución” y discrepó de que la ciudad sea un “campo de la muerte”, como la describió Trump a finales de agosto.
“No necesitamos una curita para tapar el problema”, dijo. “Sin ofender al presidente, pero realmente necesitamos a alguien de esta comunidad”.
Para ella, hay necesidades más importantes y básicas que deben abordarse.
“La gente no puede permitirse comprar huevos, leche ni pan, así que la mitad del tiempo roban solo para comer”, dijo.
Kendall Reed, otro mediador en casos de violencia armada en la zona sur de Chicago, afirmó que es evidente que la ciudad necesita más recursos de salud mental, oportunidades laborales y detener el cierre de escuelas.
“Que envíen a esa gente. No envíen a los militares. ¿De qué nos servirá eso?”, preguntó Reed.
“Si los números han bajado, ¿por qué los traen? Si lo que estamos haciendo funciona, puede que no funcione tan rápido como quisieran”, dijo Reed. “Pero nada de esto sucedió de la noche a la mañana”.
A diferencia de ellos, la residente Ameenah Haque aún querría que Trump intentara enviar a la Guardia Nacional.
“Los residentes merecen más”, dijo Haque, quien habló con CNN en el barrio de Hyde Park, en la zona sur de Chicago, donde se encuentra la Universidad de Chicago. La delincuencia no debería apoderarse de la ciudad. La delincuencia no debería hacer que los residentes sientan que no pueden vivir su vida cotidiana.
Aun con las amplias disminuciones, ciertas zonas reportan más violencia con armas de fuego que antes. En la zona norte de la ciudad, 36 personas han recibido disparos en lo que va del año, en comparación con 20 en el mismo período del año pasado, según datos municipales.
Los homicidios se han más que triplicado, situándose en 10, en comparación con tres en el mismo período de 2024. Estos se debieron principalmente a un tiroteo masivo ocurrido en julio frente a un bar que dejó cuatro muertos y más de una decena de heridos.
Profesionales de la salud en Chicago declararon a CNN que, sin duda, están viendo el impacto de la disminución de la violencia.
El Dr. Michael Casner, subdirector médico del departamento de urgencias del Hospital Mount Sinai, afirmó que el número de pacientes tratados por traumas violentos ha disminuido en los últimos dos años. Su hospital es un centro de traumatología de nivel uno, equipado para tratar integralmente a las víctimas de disparos.
Pero este año, “los pacientes que ingresan con heridas de bala se han reducido en aproximadamente un tercio, los pacientes con heridas de arma blanca han disminuido, al igual que las agresiones”, añadió.
El Departamento de Salud del Condado de Cook, que supervisa otro centro de traumatología de nivel uno, “probablemente tuvo el verano más tranquilo” de los últimos cinco o seis años en cuanto a la cantidad de pacientes que necesitan atención traumatológica, afirmó la Dra. Lauren Smith, directora médica del sistema de salud pública.
Smith atribuyó este éxito en parte a los programas hospitalarios de intervención contra la violencia, cuyo objetivo es evitar que los pacientes con violencia armada regresen a las unidades de traumatología, abordando los factores sociales que pudieron haber provocado la violencia. Ya han observado una “disminución de la reincidencia”, afirmó.
El superintendente de la Policía de Chicago, Larry Snelling, se muestra cautelosamente optimista sobre el progreso en las estadísticas de delincuencia, pero afirmó que hay varias estrategias que parecen estar funcionando para ayudar a reducir la violencia.
Estas incluyen contar con inteligencia sobre el terreno, usar tecnología para mejorar la recopilación de información y datos, crear grupos de trabajo para delitos específicos, como uno dedicado a robos, y conectar agencias que antes estaban aisladas.
A pesar de las tensiones nacionales entre las jurisdicciones locales y federales, el superintendente enfatizó la importancia de compartir recursos entre ambas, especialmente a través de su Centro de Inteligencia sobre Delitos y Armas, un centro de agencias policiales y fiscales federales, estatales y locales que trabajan para abordar la violencia y el tráfico de armas.
Pero incluso con la disminución de las cifras, Snelling afirmó que aún hay víctimas y muertos.
“Si redujéramos nuestra tasa de homicidios a un solo homicidio, podríamos celebrarlo”, dijo Snelling. “Sería fantástico, excepto por la familia que perdió a un ser querido en un homicidio”.
Hawkins, mediador en casos de violencia en la zona sur de Chicago, dijo que cuando la paz total no es una opción, a veces basta con un acuerdo de no agresión, como el que, según él, está vigente en su vecindario.
“Eso no significa que ya no crea que mereces morir. Solo significa que ahora mismo tenemos un nivel de respeto, y ese respeto es: no me caes bien, no te caigo bien, no voy a tu barrio, no vengas al mío”, dijo Hawkins.
Es un compromiso del que se enorgullece, afirmó.
“El año pasado, cuatro personas fueron asesinadas en la zona de Pullman, y este año no hemos tenido ni una sola”, declaró a CNN.
Para él, esto no es un trabajo “es una vocación”, dijo Hawkins. “Estoy ayudando a salvar vidas”.
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