Por Darío Klein, CNN en Español

Alberto Padilla fue la cara de la economía y las finanzas de CNN en Español durante 14 años. Era el que daba los cierres de bolsa de “allá en Nueva York”, el que presentaba los segmentos económicos durante todo el prime time de la cadena y cerraba sus programas diciéndole a su audiencia “antes de despedirme, déjeme contarle que…”. Alberto Padilla fue una voz, una sonrisa y una referencia ineludible de CNN desde el momento en que la cadena empezó a dar noticias en Español en el año 97, en los tiempos en que Ted Turner pasaba cada tanto a saludar por la redacción. Era un presentador de carisma natural, simpatía y solvencia permanentes.

Antes y después de su etapa en CNN, Padilla trabajó también, siempre como periodista, en Radio Nuevo León y el canal 28 de su Monterrey, en TV Azteca, y en Radio CRC 89.1 de Costa Rica.

Yo vengo aquí a intentar contarles parte de quien era Alberto, o “Beto” como lo llamaban sus amigos, detrás de la pantalla y del micrófono. Porque la identidad de Padilla, como la de todos, no se reduce al trabajo.

Alberto era un buen tipo, un buen amigo de sus amigos, consejero de muchos, y un ser risueño y optimista. Alberto era capaz de estar haciendo el festejo “dirty bird” de los Atlanta Falcons, o malabares con pelotas detrás de cámara –a veces a la vista de ellas–, y dos minutos después estar en el set haciendo su trabajo con solvencia.

Cuando se supo de su inesperado y repentino fallecimiento, decenas de excompañeros suyos lo recordaron en redes sociales con mensajes todos coincidentes: Alberto era un buen compañero, Beto los hacía reír, Beto era leal, franco, generoso y honesto.

Su habitual buen humor no era confundido, sin embargo, con complacencia. También tuvo momentos de enfrentamientos con colegas y jefes, porque, en el acierto o en el error, decía de frente lo que pensaba.

Alberto era, además, el papá de Renato y de Pablo –hoy hombres hechos y derechos–, de quienes hablaba con entusiasmo y por quienes permaneció en la ciudad de Atlanta varios años más aun después de dejar CNN, solo para seguir siendo parte de sus vidas. Gustaba de viajar con ellos y llevarlos “a la aventura”, como recordó Pablo en su funeral.

Beto jugaba al golf en donde fuera que estuviere, pero, sobre todo, disfrutaba de volar. Sacó su permiso de piloto de avioneta haciendo horas y horas de navegación por los aires de Atlanta y, en sus primeros vuelos de aprendizaje, gustaba de llevar a sus amigos. El aplomo que tenía al conducir un programa periodístico y a veces improvisar sobre la marcha cuando algo fallaba o cambiaba en la producción era el mismo que demostró cuando una noche, volviendo a Atlanta, le confesó a quien esto escribe que ese era su primer vuelo visual nocturno y que no estaba pudiendo encontrar las luces del aeropuerto.

Glenda Umaña, una de sus amigas y ex compañeras de CNN, cuenta que Alberto disfrutaba de la vida: amaba trabajar pero “le daba prioridad a lo que le gustaba hacer”. Como amigo, “él fue creando hermandades en distintos lugares –agrega– y una de ellas fueron sus compañeros de CNN”. Así lo recordaba un mensaje de otra de sus ex compañeras, Patricia Ramos: “En aquel tiempo, pasada la una de la tarde, llegaba con su morral colgado de un solo hombro. Se sentaba en su silla colindante con el set, con el desdén que da la confianza en saberse docto en su oficio. De pronto, escuchábamos uno de sus acostumbrados sarcasmos, que con nuestras carcajadas validábamos, por lo cierto de su mensaje”.

“Nunca perdía la calma, y con su amplia y perfecta sonrisa, dominaba situaciones y adversidades”, termina su escrito.

Después de vivir más de dos décadas en Atlanta, decidió mudarse a Costa Rica, un país que llegó a amar casi tanto como a México. Hacia allí van sus restos, que fueron velados en San José y que reposarán definitivamente en su Monterrey querido.

The-CNN-Wire
™ & © 2025 Cable News Network, Inc., a Warner Bros. Discovery Company. All rights reserved.